7 de diciembre de 2011

Chocolateadictas

Me declaro chocolateadicta. Legiones enteras de mujeres lo somos, a lo ancho y largo del planeta, en todos los rincones del mundo.
Las pasadas navidades pasé unos días en Amsterdam. Y paradojas de la vida descubrí la pasión de los holandeses por el dulce, con lo agrios y rancios que son ellos. Además de los coffe shop, Van Gogh y los tulipanes, Amsterdam está plagada de pequeñas bombonerías, auténticos templos del placer para los cinco sentidos, que os aseguro colman las fantasías de cualquier mujer a la que le guste el chocolate.  En todas sus variedades, formas y colores, negro, blanco o con leche, relleno de frutas o de licor… un verdadero paraíso.



Lo que todavía no alcanzo a adivinar, es por qué nos engancha tanto. Qué nos da el chocolate para que recurramos a él con tanta frecuencia, con tanta desesperación.  La cuestión es que si os fijáis, todos los anuncios televisivos de marcas de chocolate están protagonizados por mujeres, jóvenes o adultas, es igual, que se vuelven locas por un bocado, por su sonido al morderlo, por un helado que cruje y las hace estremecer… nos perturba, nos enloquece!
El chocolate es otra de esas pequeñas cosas que a las mujeres nos reconforta, como cuando te deslizas entre unas sábanas recién lavadas, o como cuando sientes la caricia del sol en la piel después de un baño en el mar, como las pelis que acaban como querías que acabaran, o como la plenitud de un beso sincero y entregrado.

Además, existe siempre una especie de complicidad “secreta” entre nosotras con esta historia del chocolate. Después de una comida familiar o entre amigos, por ejemplo, si el postre es brownie, tarta o helado de chocolate, no hace falta ni preguntar, sólo con mirarnos ya sabemos que nos morimos por probarlo. Cuántas veces habré ido a hurtadillas a la nevera a pellizcar una onza de la tableta que en mi casa se escondía detrás de los yogures!!

Y ya sabemos que engorda, pero… que le den a los kilos! Y que produce dolor de cabeza, pues bienvenidas sean las aspirinas. Que es sustitutivo de no sé qué… pues al carajo también con el no sé qué!

Señoras, señoritas y señoronas, disfruten del chocolate en todas sus expresiones, y más aún ahora, en estas maravillosas fechas que nos esperan. Por cierto, he descubierto el turrón de Suchard blanco… y en fin, ...sin comentarios!


Ah, por cierto! Coixet es otra de "las nuestras"... y para  muestra un botón:


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