5 de septiembre de 2011

LA OPCIÓN C

¿Otra vez? ¿Ya es lunes por la mañana otra vez? ¡Mierda! Pues sí, son las siete de la mañana y la alarma te va a fundir el móvil con esa melodía estridente que venía con el Nokia, “a ver si la cambio de una vez”.
Lo siento chicas. Cualquier resquicio de romanticismo brillará por su ausencia en este post. Ya sabéis a qué me refiero…
Enfrenarnos al espejo cada lunes por la mañana es como leer uno de aquellos libros para adolescentes de “Elige tu propia aventura”. La historia inicial cuenta con algunos factores comunes: es lunes (obvio), son las siete de la mañana (para no variar), y tienes que irte a currar (como todos los días).
Hasta aquí todo normal, o eso parece. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, la fiesta no ha hecho más que empezar.
Si esta publicación fuera uno de aquellos libros de aventuras, llegadas a este punto, la narración nos ofrecería varias posibilidades. Unas opciones que, si eres mujer y has pasado de los treinta, seguro segurísimo, que habrás vivido en más de una ocasión.
  • Opción A: Te levantas de la cama, vas al baño y te miras al espejo. ¡Vaya! El fin de semana te ha sentado de maravilla. Piensas: “Eeeh, no estoy nada mal!” Te sientes optimista. “Hoy voy a resolver ese problemilla al que llevo dando vueltas varios días en el curro”. Y después de la ducha y un buen café, te atreves con ese vestido nuevo que te sienta como un guante. “Esta tarde, si tengo tiempo, vuelvo al gimnasio”.
  • Opción B: Te levantas de la cama, vas al baño y te miras al espejo. Buffff, lunes, otro más, a ver si pasa pronto la semana y llega el viernes rapidito.” Tengo un millón de cosas que hacer y ya me siento cansada. “¿Qué voy a hacer con estas ojeras?”. Ducha y café rápido. Hoy los vaqueros gastados de siempre, un suéter cualquiera y … bueno, este colgante que es vistoso y da el pego. ¡Ale, voy que chuta!
  • Opción C: Te levantas de la cama, vas al baño y te miras al espejo. ¡¡¡Oh Dios mío!!!  ¿Pero quién soy? ¿La niña del exorcista? Y esas bolsas en los ojos ¿de dónde narices han salido? Una ducha sin ganas y al curro en ayunas. “Estoy hecha un adefesio”. Esa ropa sería perfecta para ir de entierro, de negro de los pies a la cabeza, lo cual, inevitablemente, realza aún más el pálido color de cara y las ojeras. “Seguro que todo es culpa de la menstruación. ¿Cuándo me tocaba?”.
De un tiempo a esta parte, cada vez que queremos exprimir un fin de semana como si fuera el último de nuestras vidas, acabamos dándonos de bruces con la Opción C. Maldita Opción C. Nos hace darnos cuenta del paso del tiempo, de que cumplimos años, y de que ya no aguantamos la juerga como a los veinte.
¿Cómo lo hacíamos antes para bailar toda la noche con esos tacones de vértigo? Ahora nos provocan dolor de espalda o de pies. Una copa de más nos arruina el domingo, y las dos de la mañana nos parece una hora más que razonable para volver a casa.
Hoy es lunes. Espero que no estéis leyendo esas líneas con el traje de luto.
¡Feliz semana!

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